martes, 25 de septiembre de 2012

Las fauces del abismo


Tú te quedas allí, tratando de digerir que yo daría la vida por alguien más que no sos vos.
Ni siquiera sé cómo salió el tema, sólo sé que me empujaste sin querer a un abismo del que no sé cómo salir. 
Y yo en silencio trato de huir de ese nombre.
Intento salir corriendo de aquella vez.
Corro a derecha, izquierda, doblo, retrocedo, voy un poco más allá. 
Una y otra vez, me recuerdo, que ni siquiera voy a nombrarla. Que no hay lugar en mi vida para recordarla.
Me quedo congelada sin poder reaccionar, e intentás traerme de vuelta con comentarios que yo oigo tan lejanos como si fueran los murmullos que abundan en los cines.
Siento que ni cien mil metros de soga que me tires pueden traerme de vuelta. Su recuerdo me ha devorado otra vez.
Y la tarde se nos rompió.
Tú te quedas allí, dolida; y yo estoy aquí con la vista fija en ningún lugar, mientras éste fantasma me observa sonriente, diciendome que su promesa se cumplió:
- "Que ningún lugar en el mundo, ni ningún ser de ésta tierra me va a hacer olvidarla".
Y quisiera decirte que no me hagas caso, que ya se me va a pasar; quisiera no haber caído de semejante forma en ésta situación.
Pero aquí estoy, sin sonrisa, devorada por el silencio, y por el recuerdo de aquellos ojos claros que alguna vez yo dije que se habían tragado el color del mar.
Vamos en el colectivo, y la gente me mira porque parezco una estatua de cera del museo de Madame Tussaud.
Y llegamos a casa, y me puse a escribir ésto, y hago tiempo...
desesperadamente hago tiempo...

         Besotes a todas!!!

                     

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