domingo, 16 de septiembre de 2012

Salvataje de pekes!


Y todavía hay gente que insiste en pensar que todo lo que escribo aquí es ficción.
Les parece mentira o simplemente una historia fantástica todo lo que me pasa.
Bueno...a esas personas les digo, que todo lo que aquí escribo, es la absoluta realidad de mi vida.
Maltrecha a veces, otras veces feliz como una lombriz, la cuestión es que me pasan cosas y siento cosas y son muchas.
Y son raras esas cosas algunas veces, y otras veces predecibles; pero así soy yo: una montaña rusa mezcla con caja de Pandora. 
Y si de sorpresas voy a hablar, el día de ayer superó la marca que venía teniendo para los días sábados.
Salí de casa con la idea de comprarme unas zapatillas, porque la pinta que tienen las que ando llevando asustan.
En cualquier momento, alguien me va a dar una moneda, creyendo que soy una indigente.
Pero es que yo tenía destinado un dinero a esa compra, y cuando había entrado al segundo negocio a preguntar precios y ver modelos, de repente tuve un cambio de idea súbito.
Las zapatillas en cuestión cuestan $825 pesos. Y de golpe me pregunté, cuantos niños desayunarían una semana con ese dinero.
10? 12?, tal vez más. No lo sabía con certeza, pero sí pensé en lo mucho que me agrada, levantarme cada mañana y prepararme el desayuno.
Es algo común para mí; bueno, me dije: hay niños que se aguantan con el estómago vacío hasta medio día, porque no tienen la leche ni el café que necesitan sus pequeños cuerpos para afrontar la mañana.
Y yo pensando en zapatillas!
Enfilé para el super, he comprado 15 cajas de leche en polvo y 10 paquetes de medio kilo de café. Tengo que averiguar el número de niños para hacer una cuenta de la cantidad de mercadería que falta para que tengan todos. Y ese número multiplicarlo por 7 días.  
Tuve que tomarme un taxi hasta casa. Ahora estoy tratando de hacer contacto con el comedor infantil "Brazos abiertos", y su dueña la señora Nidia Soto.
Éste comedor queda en la calle Martín Güemes 3144 de Panquehua, departamento de Las Heras, Mendoza.
Cuando les haya entregado la mercadería, ya no van a importarme las zapatillas.
Cada mañana durante unos días, al levantarme, voy a saber que esos pekes están desyunando como yo! con la misma leche y el mismo café. Esa felicidad no tiene comparación.
Hay un número de teléfono para ser voluntario. Estoy estudiando la idea.

         Besotes a todas!!!

                 

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