sábado, 19 de mayo de 2012

Un asunto muy personal


Es el final del día. Voy en el último colectivo antes de la hora pico. Antes de que todo empiece la cronometrada marcha de regreso a casa. Me siento como un conejo gris escapando del cazador. Escapando de las primeras luces que los negocios del centro encienden al caer la noche, huyendo del "enjambre" humano que pretende apurar los últimos minutos del viernes, como haciendo fondo blanco con los segundos que les quedan. 
Busco un asiento solitario, junto a la ventanilla, y nuestra última charla viene a mi memoria.
Habíamos debatido por horas la noche anterior, sin llegar a ningún puerto. Quizás sea mi tozudez, quizás sea tu empecinamiento, tal vez el cansancio, tal vez lo difícil del asunto... no lo sé.
Todo comenzó anoche cuando me hiciste la pregunta para saber lo que me pasaba. Mi silencio éstos últimos días ha sido de hielo, lo reconozco.
Vos, siempre con chistes, y con mucho ingenio has intentado hacerme hablar sin éxito.
Hasta que te decidiste anoche y lanzaste la pregunta, como si fuera una pelota lanzada al agua.
Yo no quiero regresar sobre el tema, fué mi respuesta.
Me diste un beso, y fuíste a buscar algo para sobornarme.
Un alfajor?, preguntaste. Movías ese alfajor de mousse de chocolate en tus manos como si fuera una llave mágica que está a punto de hacer salir lo que tengo guardado en el pecho.
Acompañaste todo ésto con un bailecito al estilo trencito, que me hizo sonreír como una boba, mientras te acomodabas en tu sillón preferido del living.
Cuando eso ocurre, es que la charla va a ser intensa.
Una vez sentada yo, te miré a los ojos y disparé:
- Me negaste tres veces como lo hicieron con Jesucristo, Lpm!
- Vos no sos Jesucristo, y no está bueno que se enteren quién sos, dijiste.
- Ah no?! y que me presentes como a una desconocida, tampoco está nada bueno, te lo advierto, dije con los dientes apretados.
- Es que me da miedo, respondiste. Miedo de que te digan cosas... ésta señora es muy "ácida", y muy "chusma".
- Queee?! Que se atreva! Maldita sea! y se va a dar cuenta el error que comete.
- Prefiero que seas sólo "alguien", delante de la gente. Dijiste testarudamente.
Y yo me enfurecí. Y desde ese momento, no pronuncié ni una sóla palabra más.
No pretendo hacer apología de la lesbiandad, sólo no quiero negar ni quién soy, ni el vínculo que nos une, si es que las preguntas llegan a tanto. 
Se sumaron a mi memoria otras tantas situaciones absurdas de los días anteriores y me quedé mirandote con cara de nada.
Empezaste una disertación sobre la clase de gente, los lugares y los momentos en los que dirías quiénes somos, o lo QUE, somos en realidad.
Maldije tu cobardía, y me sentí un juguete plástico made in Taiwán, al que olvidarías sin remordimientos delante de determinada gente.
Después de tu discurso, puedo asegurar que yo no entendía nada, y se ve que se me notó, porque me diste una mirada casi piadosa y no pude más que sostenerla e irme a otro lugar de la casa.
El día de hoy he pensado que me agota ésto de "fingir" que no te conozco y no sé quién sos.
Todos tus planes para "despistar" a la gente me desconciertan y me parecen pateticos:
- Llegar siempre por separado.
- Nunca jamás, ni beso ni saludo al vernos.
- Según vos, tratarnos mal, ayuda a que no nos vinculen. Por ende, siempre tengo que aguantar que me trates con cara de poto delante de la gente.
A tal punto llega todo, que prefiero ignorarte.
Y lo peor, es que en casa, me tratás tan dulcemente, que mi cerebro, o será que soy lerda para los cambios, no alcanza a procesar tu forma de proceder.
Y todo ésto me jode, pero prefiero el silencio, porque no sé como más decirte todo lo que siento.
Me pregunto si hacés bien, y la equivocada soy yo. O tal vez estés en un tremendo error, y yo no sé como explicartelo.
Por las noches, tengo ganas de que te vayas a dormir a la cucha de los perros; y vos querés hacer el amor como si nada ocurriera.
Me pedís besos, abrazos y no sé cuanta cosa más. No dejo de pensar que has perdido el juicio, y que nos van a internar en un psiquiatrico dentro de poco (y por si faltara algo, te lo digo a cada rato, y te echás a reir!).
Me imagino, que en esos lugares hay mujeres que se creen Cleopatra, la reina Isabel, o la virgen María, y prefiero aguantar tus tonterías y que nos dejen en casa...
Siempre pensé que las mujeres me íban a volver loca, pero no creí que tan pronto! Fuck!

            Besotes a todas!

                     

martes, 8 de mayo de 2012

Jueves dos, a la madrugada...


Lo peor sucedió, vino la muerte en su carruaje antiguo, con ruedas de plata; y la invitó a subir.
Ella decidió emprender el viaje un extraño jueves de madrugada.
Se abrazó a una huella borrosa, y empezó a disfrutar de un paisaje color caoba. Todos los pasos para seguirla fueron inútiles, se perdió entre sombras justo cuando la noche estaba sacandose el piyama...
No dejó pistas, pero se llevó todo el cariño que le dimos, en una bolsa de cuero cuarteado.
Habitamos el abismo ese jueves, todos.
A las 6:00 de la madrugada, el día dos del almanaque se transformó en una enorme mandíbula que me atacó.
Sólo atiné a sentarme en la cama, después de recibir la noticia y llorar. Lloré por su vida, recordé su voz una y otra vez...
Con las manos temblandome y el cuerpo que no me respondía, me preparé un café, que me supo a arena; me vestí como pude, porque parecía que todo se inclinaba mientras que yo intentaba permanecer derecha.
Salí de casa, a tientas, con los ojos húmedos y el alma astillada, buscando amparo en el resto de la vida que seguía funcionando contra reloj.
Los rituales transcurrieron espesamente, con una exactitud que desentonaba con la pena.
Me despedí de ella, nos despedimos todos...
Al día de hoy, ya trancurrieron muchas horas, y yo todavía no consigo que el aire entre a mis pulmones de lleno.
Todavía tengo los hombros caídos y la boca seca, como si no hubiera bebido agua en meses.
Mi mirada se pierde y sostengo el dolor contra las cuerdas de un ring imaginario.
Quisiera visitar la casa de verjas blancas para traerla de vuelta, pero es una dirección que sólo ella conoce... y no va a revelarme detalles.
Me voy apoyando, despacito, en la rutina de todos los días, para poder seguir. Intento a cada momento, fabricar palabras que salgan de mi boca, porque se fueron todas.
Será posible mantener su compañía? 
Aunque más no sea quiero imaginar que está conmigo...

                   Besotes a todas!