domingo, 31 de marzo de 2013

Querer es dejar ir


Al fín de cuentas: "Querer es dejar ir".
Que filosofía tan certera y simple tenía yo a los 8 años.
Una noche de lluvia (que era casi un diluvio), le pedí a mi madre visitar a mis abuelos que vivían en la casa contigua a la mía.
Mi madre me negó el permiso. Y yo muy enojada pregunté porqué no me dejaba ir; a lo que ella respondió: 

- Porque te quiero y está lloviendo.

Yo formé mi propia opinión, de que "querer" en realidad era lo contrario.
Días después, la señora que limpiaba mi casa, me preguntó si yo sabía lo que era "querer".
A lo que yo respondí muy segura: Sí sé. Querer es dejar ir.

La placa reza así: Lic. Martín. O. García... (Sí, como la isla), viendola al pasar por la vereda del consultorio.

- Dr. García, la copa primero que romperse se la bebieron de un sorbo; y desaparecieron las dos. Luego la copa se cayó.
- Definí desaparecer.
- Simplemente eso, que se perdieron y no saben donde está la llave de la luz.
- Existirá la llave de la luz?
- Dios quiera que sí, pero tampoco saben como es.
- Que sería esa luz?
- La paz que perdieron, y un tanto más.
- Tienen ganas de prender la luz?
- Sí, claro. Pero tienen miedo a lo que van a ver. Miedo, le tienen miedo a la locura. 

Esa noche, mientras me preparaba para irme a dormir, recibí un llamado. Se habían tomado a golpes otra vez.

Ella, la más fuerte, había ído infinitas veces a terapia. Siempre el mismo ruido; la misma conclusión.
Que su padre... que la violencia solapada...

- Y yo que puedo hacer con eso, decía amargada. Aprendí que la violencia arregla todo. O por lo menos no deja que te tomen por idiota.
- Yo permanecí en silencio, obviamente no compartía su opinión.

Volvieron a verse a la tarde siguiente después de la noche de furia. Todo parecía como si nada.
Dos pares de ojos tristes se pidieron perdón y un par de capuccinos en un bar coqueto las redimió del espanto.
Pero ésta vez, hubo una promesa.
La más fuerte de las dos, le dijo a su compañera que todavía la amaba, y en nombre de ese amor, si en 6 meses ella no hallaba la salida; la dejaría en libertad  (la dejaría ir para que rehiciera su vida). Ya no quería lastimar a su compañera nunca más.

Pediría ayuda.

Cuando supe de ésto, sentí que ésta vez, íban a encontrar la llave de la luz.

     Besotes a todas!!! Muy Felices pascuas!

                            

domingo, 24 de marzo de 2013

Quédate ahí


Quedate ahí, muy junto a la puerta entreabierta de tu cuarto.
Siente la sequedad de los años que han pasado.
Sientelos, como se siente pasar la comida al tragarla.
Dibujales en tu mente calles, avenidas y barrios.
Las esquinas serán mundos,
mundos privados donde estará lo que pudo y no fué.
Siente orgullo de los baches en las calles arenosas e infinitas,
y si te sobra papel, hazle arboles en otoño.
Que esas hojas sean de colores imposibles y rueden apuradas por el aire, vestidas de etiqueta.
Imagina...
imagina un perro hecho con fibra naranja, husmeando un portal cualquiera.
o un reloj de gelatina colgando de una iglesia.
Camina las calles y avenidas, mojadas por una lluvia reciente;
que los sueños te salpiquen los zapatos y los charcos reflejen tus verdades.
Ah! también hazle buses.
Buses que transporten vicios, egoísmos y maldades.
Saca un abono transparente.
Tendrás viajes de maravillas y cuando bajes,
tropezarás con escalones de chismes.
Sal de ese barrio y entra en la avenida de los juicios,
ponte tu mejor ropa, y saca las arrugas de la duda.
Camina lento esa zona, se torna interesante por la noche.
Al final del día, tu dibujo estará listo.
y tú, habrás averiguado cuanto pudo tu mente.
Quédate ahí, quédate muy quieta,
junto a la puerta de tu cuarto. Embalsamada.

                   (texto propio)
                            

jueves, 21 de marzo de 2013

Feliz Día amada poesía. ( Día Internac. de la poesía)


"Sé, de una manera visionaria, que moriré de poesía. Esto no lo comprendo perfectamente, es vago, es lejano, pero lo sé y lo aseguro. "
Diarios - Alejandra Pizarnik.

Un abrazo a la forma de expresión más romántica y pura que existe. Con ella nacieron grandes romances y murieron sentimientos atroces.
Una expansión del alma humana, una laguna de aguas claras y profundas...
Muchas veces un refugio, otras un campo de batalla. Pero sea de la forma que sea, y exprese tanto así odios como amores, ha sido, es y será por siempre el alimento indiscutido de los poetas. 

             Feliz Día, amada poesía!!!  


CREDO A LA VIDA

Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño
del númen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.
Padeció, la titán, bajo los yugos
de una falsa y mezquina religión;
veinte siglos se hicieron sus verdugos
y aún padece, titán, bajo sus yugos
esperando la luz de la razón.
Fue en la humana estultez crucificada;
murió en el templo y resurgió en la luz...
¡Y, desde alli, vendrá como una espada,
contra esa Fe que germinó en la nada,
contra ese dios que enmascaró la cruz!
Creo en la carne que pecando sube,
creo en la Vida que es el Mal y el Bien;
la gota de agua del pantano es nube.
Creo en la carne que pecando sube
y en el Amor que es Dios.
        ¡Por siempre amén!


                                      
                                    Leopoldo Marechal



       Besotes a todas!!!

               

miércoles, 20 de marzo de 2013

La aventura de la lavandería



Todo comenzó hace unos días. Estábamos charlando de bueyes perdidos y riendonos de la torpeza de alguien que conocemos en común.
De repente se te ocurrió que querías ver a mi perra (la de 4 patas, no la otra, joooo!) entonces, me dirigí al dormitorio e hice entrar al animalito por la puerta ventana que da directamente al patio.
La perra se te abalanzó como es su costumbre cuando quiere mucho a alguien, y lametazo va, lametazo viene, en señal de alegría se hizo pis encima.
Casi vuela de un coletazo el mate y el termo que estaban sobre la mesa ratona.
Fuíste a la lavandería a buscar un trapo de piso y algo para limpiar...
Cuando volviste, dijiste:

- A esa lavandería le hace falta la bacha!
- Ooh sí! dije yo, es que siempre fué una materia pendiente. Cuando no es una cosa, es la otra la cuestión que siempre la postergo. Además tengo que encontrar un "muy buen" plomero, porque la mayoría son unos "chastrines", y como no conozco a ninguno... pues, ya van dos años que debería haberla puesto y nada.
- Mmmm. Tengo alguien que te puede ayudar.
- Segura?
- Ajam, te doy su número de cel. Es un amigo de mi papá. Excelente plomero y además estupenda gente.
- Faaa! Cómo no te pregunté antes?

Y ahí comienza la historia.

Compré la bacha de acero inoxidable (en una fábrica, así es mejor...) hablé con el plomero: Don Emilio.
El asunto era, como amuraba la bacha a la pared, primer conflicto. Porque vienen unas de plástico (PVC) que traen los agujeros para colocarlas. En cambio yo, quise una de acero inóxidable que sirven para mesadas y yo no tenía ni espacio ni mesada.
Bien! Algunos hombres me dieron sus ideas:

- Que le hiciera un mueblecito de madera a medida.
- Que la agarrara con "ménsulas metálicas" a la pared.
- Que le soldara una mesa abajo.

Y así, escuché a todo el mundo tirarme ideas, pero como la que tenía que decidir era yo, a ver, vamos a ver dije:

Voy a hacer una mezcla entre la primera y la tercera opción.
Es decir, una mesa tipo mueble pero sin paredes laterales, sólo la de atrás.
Allá partí al herrero (un conocido de mi padre), a explicarle lo que quería y hacerle un dibujito.
El hombre (Don Gonzalez) me miraba con cara de:
"No se supone que es tu marido el que tiene que venir a hacer ésto?"
Ya ve señor Gonzalez, las mujeres también venimos a los herreros (le contestaba yo, telepáticamente).
Segundo conflicto: Me pedía que le diera el alto del armatoste, cuando le dije que tenía que ser entre 0.80 y 0.90, no más y no menos. Preferentemente 0.85 cm de alto.
Pidió hablar con mi padre. Dijo: "él sabe bien, mejor hablo con él"
Lo estupendo del caso, es que mi padre no tiene ni remota idea de las medidas de absolutamente nada. Porque es un asunto mío y de mi casa.
Me reí y le dije: Pruebe y va a comprobar que la que tiene más idea soy yo.
Sólo haga lo que le pido, por favor.
Refunfuñando me dijo que en un par de días estaría listo.
Cuando por fín fuí a buscar el armatoste, era exactamente lo que yo quería. Pero me cayó mal el tipo. Porqué diablos le costó tanto creer en lo que yo le estaba diciendo?
Cuando vino el plomero le encantó lo que se me había ocurrido hacer, dijo que era: original y muy útil.
Ja! Vaya y digaseló a Don gonzalez!
Bacha instalada. Compré grifería nueva y una canilla especial para lavarropas.
El mundo de los hombres es muy fácil, todo está estandarizado, todo es de la misma manera siempre. No les cabe la originalidad, ni mucho menos los inventos. Pareciera que les da miedo o algo así. 
En fín, gracias a la idea de mi amiga de colocar la bacha, aprendí de plomería y herrería, y un montón de cosas más.
Aguanten las mujeres! jajaja!


        Besotes a todas!!!

                  

domingo, 17 de marzo de 2013

Cocinaba para ella...


Empezó temprano. Siempre lo hacía. Había algo de placentero en el comienzo del ritual, en la compra de los ingredientes. En las primeras preparaciones. Y más cuando se trataba de elegir el pescado.
Recordaba al vendedor que pasaba en bicicleta por la casa de Punta Cantera, cerca del Faro de Punta Mogotes, que sus padres habían alquilado cuando tenía dos años. La foto en blanco y negro de su madre embarazada de su hermana, delante de una de las ventanas de ese chalet, con barrotes de hierro que sabía verdes, le permitía situar con precisión su recuerdo, que incluía a su abuela francesa comprando una anchoa.
El pez, gigantesco en su memoria, había sido preparado al horno, con manteca, limón, perejil y ajo.
Con su otra abuela, su abuela judía, íba al Mercado del Progreso a comprar pescado de río. Allí estaban, encimados en el mostrador los surubíes, patíes, bogas y dorados.
La pescadería a la que fué esa mañana era, por supuesto, distinta. Limpia, azulejada y casi sin olor, parecía más bien un sanatorio privado. 
Allí compró dos rodajas de un pez cuyo aspecto jamás le había gustado. El salmón de mar, que de salmón sólo tiene el nombre mal puesto, con sus labios gruesos y su cara de estúpido traía a su memoria, siempre, aquel restaurant de la calle Corrientes al que la habían llevado alguna vez y donde la decoración de la vidriera consistía, precisamente, en uno de esos falsos salmones, inerte y monstruoso. Pero esas rodajas eran , sin duda, la mejor alternativa. El pez espada sólo podía conseguirse congelado y las trillas enteras darían mucho trabajo en el momento de comerlas.
La preparación que había decidido obligaba, además, a una puesta en escena anticipada.
Todo debía estar listo por lo menos unas cuatro horas antes de que, finalmente, la fuente fuera introducida en el horno calentado de antemano y puesto, en ese momento, en una temperatura media.
Nada había de complicado en esa receta que había aprendido de la dueña de un pequeño restaurant, de Palermo hollywood: Aceite de oliva en la asadera, las rodajas de pez espada (o el falso salmón marino), secadas con papel absorbente y saladas apoyadas allí, y sobre ellas tomate, aceitunas negras, alcaparras, hojas de albahaca, y vino blanco.
Nunca estaba segura del vino que debía utilizar, aunque había comprobado que los que mejor funcionaban no eran los más finos, y mucho menos si se trataba de varietales. Ni el excesivo perfume del Chardonay ni ese dejo a pis de gato del Sauvignon Blanc sentaban en absoluto a su plato.
Una paloma se paró frente a la ventana de la cocina en el momento en que acababa de acomodar todo en la fuente, la cubría con una bolsa de plástico y la colocaba en la heladera. El sol comenzaba a enrojecer la porción de cielo que aparecía y desaparecía en los perfiles de las casas de departamentos ya en contraluz. Faltaba todavía para la cena. Cocinaba, como siempre, para ella.
Tampoco esa noche sabía si vendría. 


   Besotes a todas!!!  
          
          

viernes, 15 de marzo de 2013

Otoño ¿estás?


Empiezan los días frescos/fríos, y yo entro en una especie de contemplación silenciosa de los acontecimientos de mi vida.
Ya no gusto de salir por las tardes, prefiero quedarme en casa.
Retomar mi blog literario; ir al super y traerme entre tres y cuatro botellas de dos litros y cuarto de Coca- Cola para toda la semana.
Que no me falten las galletas "Dale" de vainilla ni las naranjas para exprimir el jugo de los desayunos, ni la mermelada de durazno light.
Tés de toda clase y sabores se convierten en mis compañías favoritas.
De boldo; de hierbas digestivas; de cedrón; sin olvidar los de manzanilla y los de menta peperina que traje de Córdoba.
Pienso en muchas cosas, cosas que no tienen conexión entre sí, pero que significan algo para mí, siempre.
Momentos en soledad. De reflexión. Mirando por la ventana a la hora de la siesta, como se desviste poco a poco el árbol de mi jardín.
Escribir. Escribir, porque si grito todo lo que siento, voy a despertar a los vecinos. (y me van a echar del barrio por ende).
Me advierte algo dentro de mí, que he cambiado. Que algo se ha modificado y pienso si será la edad. Porque soy jóven, pero los años han transcurrido y han hecho su trabajo.
Es como que he reconocido mi reino y mi poder.
Ya no tengo ganas de tolerar ciertas cosas de la gente, y me molestan muchas otras que hasta hace poco me pasaban desapercibidas.
"Te has puesto vieja cascarrabias", me ha dicho una amiga.
Será? Me pregunto yo, sin dejar de lado que últimamente no soporto los aglomeramientos de gente, que antes disfrutaba.
Ya no quiero saber nada de lugares en donde haya mucho ruido o música a volúmen alto.
Salir después de las 10 de la noche es un martirio difícil de superar para mí.
Me invitan a todos lados y yo prefiero quedarme en casa, leyendo y cocinando recetas exóticas.
La lectura es un buen refugio.
" Los Autonautas de la cosmopista" de Julio Cortázar y Carol Dunlop (su mujer) me ha apasionado por demás.
Es el diario de un viaje que hicieron juntos desde París a Marsella.
Pasando por los paradores de Fleury, Aire de Nainville, Archères-la-forêt, Villiers, Aire de Fermenot y de Chien Blanc...
Un libro excelente. Julito y su obsesión de darle al relato un toque científico; me ha hecho reir mucho, lo que les sucede y como lo cuenta Carol (su compañera inseparable) es de una textura entre fina y ocurrente. Recomendado absolutamente.
Entre eso y la experiencia de hacer sopa de banana y especias; o merluza a la parrilla (la receta original es con besugo) con vinagreta caliente de ajos tostados...mmmm!
Un buena cerveza, probé de comprar una botellita de una extraña marca " Kunstmann" y la combinación resultó exelente.
Me han dicho que me he puesto muy bohemia ultimamente...
Les he dicho que los verdaderos placeres de mi vida, no están fuera de mí.
A disfrutar el otoño! que viene "pasito a pasito" acercandose a nosotros.


         Besotes a todas!!!