martes, 2 de julio de 2013

Un encuentro esperado



... Y los días van pasando, me estoy ocupando más de mí; me doy pequeños gustos como comprarme una coca todos los días, chocolates... desayuno con cosas ricas: facturas de dulce de leche, o alfajorcitos de maicena marmolados...
Hasta que el otro día se decidió. La dama voleybolista, me invitó a tomar algo.
Me llamó por teléfono y por su tono de voz intuí que estaba nerviosa; yo estaba sorprendida a decir verdad.
Charlamos un rato muy amistosamente, y me llamó un par de veces "ojitos", yo me reía de su ocurrencia.
Le dije: tengo muchas cosas para hablar con vos. Ella respondió: yo también.
Wuauuu! Eso más que un encuentro parecía un duelo de corazones.
Quedamos en encontrarnos a la tarde siguiente (no es que estuvieramos apuradas...pero bueh! jajaja)
El lugar de encuentro fué un museo de arte (ECA) Espacio Contemporáneo de Arte.
Una esquina, 6 de la tarde.
Saludos de rigor, muy femeninamente vestida ella, muy casual yo.
Nos dirigimos a un bar que se llama "Coffee", en realidad me importaba bien poco donde fueramos...
Nos sentamos, ella muy seria, yo igual.
Tragué saliva un par de veces y abrí el juego; alguien tenía que empezar a decir algo y esa fuí yo.
- Y bien, aquí estamos, después de tanto mensaje de texto.
- Sí, menos mal que aceptaste la juntada dijo.
- Como no la íba a aceptar, si en realidad me gusta charlar con vos.
- Aahh bueh! ¿Y eso porqué?
- Porque tengo una infinidad de preguntas para hacerte.
- ¿Por ejemplo? Tengo toda la vida para contestartelas.
- Bueno, pero yo espero que no tardes tanto porque sino...ya me voy buscando otra silla donde sentarme...
- Jajajaja! Se rió de muy buena gana.
- Primero que nada, como sabrás, estoy recién separada (le dije mientras la miraba fijamente).
- Sí, eso lo sé.
- Y como te imaginarás, no tengo ganas de meterme en líos al menos por ahora.
- Eso también lo sé.
- ¿Entonces?
- Entonces que estaría bueno que dieras vuelta la página y quiero ayudarte.
- ... No entiendo.
- Claro! Que salgamos, que te diviertas. Yo sé cuanto has sufrido y ya es hora de que seas feliz.
- ¿Porqué yo?, vos sos bastante más grande que yo, y yo no puedo ofrecerte nada que te valga realmente la pena.
- En eso estás equivocada. Me gustaste mucho cuando te ví y la edad no tiene nada que ver. Además Marisa (nuestra amiga en común y mi mejor amiga) me ha dicho que sos una persona de lujo.
- ... No sé... ¡¿eso te dijo?! Wuauuu!
- Sabelo.
- Mirá, vos me parecés una mujer muy linda, tenés un cuerpo que más que muchas quisieran tener a tu edad... pero...
- ¿De qué tenés miedo?
- Yo no le tengo miedo a nada, pero...
- ¿Pero?
- No sé nada de vos, lo único que sé, es que sos la líbero del equipo de voley del club San Martín donde juega mi mejor amiga que es tu amiga también... y no quiero embarrar las cosas.
- Te prometo que nada se va a embarrar. Voy a ir contandote de a poco la historia de mi vida; a mí también me interesa saber de la tuya... ¿me vas a contar de a poco todo?
- ... Está bien. Pero te pido por favor que no me apures... necesito tiempo para estar sola, para digerir todo lo que pasó y para encontrar el equilibrio de nuevo.
- Vos tranquila. Cuando tengas ganas y tiempo, nos veremos.
- Hecho!
El mozo fué y vino veinte veces, y las veinte veces le dijimos que en un ratito pediríamos la consumición.
Era que se la pedíamos ahora, o ahora.
Pedimos una cerveza (para ella), una gaseosa para mí, y una tabla de fiambres para dos.
Seguimos charlando un buen rato, intercalando preguntas y respuestas; anécdotas y chistes hasta que se hicieron las diez de la noche y el lugar íba a cerrar.
Yo había perdido la noción del tiempo y una sonrisa se me escapaba a cada rato.
Me sentí muy cómoda en su compañía.
Ella además de ser jugadora federada de voley, es maestra rural de primaria (6º y 7º años) en un departamento de Mendoza llamado Lavalle.
Al final del encuentro, me acompañó a la parada del colectivo; nos dimos un abrazo larguísimo y muy fuerte; y luego cuando mi cole arrancó, ví por la ventanilla, como se íba caminando despacito a su parada.
La vida tiene muchas ironías... Justamente por causa de mi mejor amiga, conocí a ésta persona estupenda.
Increíble!

     

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