Hablandole a las hormigas

Buscando alguien a quién confesarle lo inconfesable,sentada en la puerta de casa, casi sin poder controlar mi inquietud, caigo en la cuenta de que ni remotamente encontraré a nadie. Porque nadie puede guiarme hacia algo que aparece y se desvanece casi con el capricho de los estados meteorológicos del tiempo.
Buscando consuelo en el jardín, mirando las flores que de a poco están naciendo, como siento que nace dentro de mí una fina línea entre lo que pienso y lo que puedo publicar, encuentro una fila de amigas que parecen mirarme preguntandome si pueden ser ellas las que me ayuden a encontrar la salida del laberinto.
Les contesté que sí, a riesgo de parecer desencontrada con la razón y la cordura, les conté mi triste balada aceptando sugerencias a cada rato.
Yo las ayudaba con los trozos de hierba más pesados, y ellas iban equilibrando mis volantazos existenciales como expertas conocedoras del camino.
Un consejo hormigueril(si es que existe el término, sino lo invento y lo patento)fué que me armara de cautela. Las cosas no suceden de la mejor manera si la prisa está en el medio.
Lo que traduje a "ve despacio, si quieres llegar lejos", ellas seguían su trabajo muy lento y cuanto más lento más satisfechas estaban. Y yo, creyendo que correr es sinónimo de certeza y/o eficiencia, confundo términos y acepciones demasiado seguido.Confusión que se traduce en éstados de ánimo desordenados e intranquilos.
Así me pasé el rato, desviando los surcos de agua que pudieran dañar sus casas y escuchandome en mi propia voz tratando de encontrar consuelo en un dialogo tan dispar como divertido.
Mis amigas las hormigas, unas gordas otras chiquitas, algunas más viejas otras jovencitas, a su manera me brindaron un poco de ayuda y me prometieron quedarse en mi jardín haciendome compañía... porque  por éstos días por cierto que la necesito.

       Besotes a todas!