lunes, 6 de agosto de 2012

Todas las fichas juntas



El otro día, un compañera de taller, puso en su muro una pregunta. La pregunta decía: "Que pasa cuando uno no entra en el mandato social, no porque no quiera, sino porque no la vió?"
A raiz de éste comentario, traté de definir: mandato social. No me agradó a la conclusión a la que llegué.
Al día siguiente, de vuelta del trabajo, me encontré en plena calle Colón, con la que fuera hace mil años, compañera de secundario.
La ví venir, y por alguna razón me sumergí en mi celular, en vez de cambiar de vereda.
Ella, siempre tan ella, con esa sonrisa demoledora y hermosa que siempre tuvo, pasó por mi lado y me agarró del brazo a modo de llamar mi atención.
Yo, siempre tan seria y circunspecta, la miré a los ojos, y haciendome la sorprendida sonreí.
Por un instante tuve miedo, pero ella supo construir la conversación a modo que quedara perfecta.
Me preguntó que era de mi vida (la gente siempre pregunta eso, y siempre creen que les sale casual) yo respondí que estaba trabajando en una panadería cercana y que mis horarios eran de lo más informales.
Ella es licenciada en documentología,y trabaja para las fuerzas de seguridad de la provincia y además en Casa de Gobierno.
Nunca olvidé eso, pero por alguna razón eso nunca fué suficiente para mí.
Me contó que se había comprado un auto, y que alquilaba en la quinta sección.Que vivía sola, con su perra Alue o Aluhe algo así me describió el nombre.
Que estaba esperando un ascenso, que sus horarios eran muy cansadores, que los fines de semana a veces los tiene desocupados y bla bla bla...
Medio me aburrí de su discurso del trabajo, los horarios y el dinero y le dije que tenía que irme. Me dió su número de celular, para que nos juntemos en cualquier momento. Que pablo, un amigo en común le había contado de mi operación y bla bla...
Llegué con la cabeza volada a casa y encontré éste texto en la web, que me describió de manera perfecta lo que me había sucedido.

"Anoche bebí demasiado porque comí con unos idiotas, unos arquitectos —con sus mujercitas— que hablaban de aviones y del servicio militar en todos los países del mundo. Eran muchachos de veinticuatro a treinta años. (Odio a la gente joven —...seria y estudiosa— con su Porvenir abierto y sus miserables deseos de automóviles y departamentos)
Los únicos jóvenes que acepto son los bizcos, los cojos, los poetas, los homosexuales, los viudos inconsolables, los frustrados, los obsesionados, sean condes o mendigos, comunistas o monárquicos, mujeres, hombres, andróginos o castrados "

Alejandra Pizarnik


Pegué éste texto en mi muro, y me cayeron todas las fichas juntas.
Mucho título, mucho auto nuevo, mucha casa en la quinta, pero estás muerta!
Sos la nada misma respondiendo a vaya a saber qué.
Conozco homosexuales que se dicen "homosexuales" y son la nada misma, pero por suerte son los pocos.
Las palabras que me vineron a la mente cuando escribía todo ésto fueron:
ALMA, LIBERTAD, ORGULLO, ESENCIA Y VALOR.
Esas cosas no te las da un título. Ni podés pasarlas a buscar en un auto nuevo, ni se compra con todo el dinero del mundo.
Esas cosas simplemente uno las siente, SIMPLEMENTE SE TIENEN O NO SE TIENEN.
De que me valdría a mí ser lic. en Psicología, si no pudiera compartir con mis padres un almuerzo, con la mujer que amo?. Realmente me haría feliz, comprarme el auto que mamá siempre me insiste en que me compre, si cuando tengo que tomar desiciones importantes en mi vida, no tengo a mi mujer al lado, apoyandome y respaldando cualquier "desperfecto"?.
Ahora entiendo que la persona de la que me estoy separando, dió, da y daría su vida por mí.
Y no estoy sabiendo ver eso. Ella estuvo y está cuando más enferma estuve. Cuando decidimos irnos a vivir juntas y no teníamos un peso, y comíamos arroz hervido casi toda la semana.
Lamentablemente hemos cambiado ella y yo. Tal vez la convivencia ahora no sea posible, pero nunca quiero olvidarme, que ella tiene y hasta el día en que se muera tendrá el alma más pura y noble del universo. Es una persona con la que se puede contar a ojos ciegos, leal a muerte, y con una capacidad de "DAR", como no he conocido a nadie. 
Yo era una "cogotuda", "re asco", producto de facultad privada y una familia "acomodada" y ella me enseñó a sonreir, y a sentir con el corazón.
Me enseñó el valor de no esconderme de nadie, y saber "jugarme, el todo por el todo" por una relación.
Aprendí tantas cosas a su lado, que parece increíble que ya no quede nada.
"El alumno supera al maestro" me dice siempre... y así parece que fué.
Mi compañera de taller comentó al pequeño texto de Ale Pizarnik: "A eso me refería cuando hablaba del mandato social, y Alejandra lo ha resumido tan magistralmente".
A lo que contesté: Ahora entiendo! y puse un "Me gusta (gigante)"

              Besotes a todas!!!
                    
                      

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